Parece que el estudio del cómic desde un planteamiento serio y crítico está evolucionando bastante en España. Fruto de esa evolución son algunas sorpresas que nos ha deparado el año 2007… hasta la fecha. Si tuviera que comentar algún ejemplo claro de esa positiva tendencia, citaría sin duda la creación del Premio Nacional de Cómic. Ver la publicación en el BOE aquí
Resulta incomprensible cómo nadie se había preocupado por equiparar la producción artística de cómic con las diversas artes a través de un premio nacional. La manera de situar el cómic en la esfera cultural española debe pasar, a mi juicio, por una igualdad en relación al resto de las producciones culturales. El cómic debe estar presente en la vida diaria a través de los medios de difusión y de la industria que lo produce. Quiero decir que si existen programas en la tele que hablan de literatura, pintura o arquitectura (no muchos, vale, que esto no es Jauja), debe haber espacios dedicados al cómic. Y digo debe porque de lo contrario el medio se convertirá más si cabe en un producto cultural marginal, sostenido por una ferviente legión de seguidores pero no por una gran masa social. Esto lo reitera muchas veces el crítico Álvaro Pons desde su bitácora La cárcel de papel y no podría estar más de acuerdo.
Si uno viaja a Bélgica y se pasea por las calles de Bruselas se quedará sorprendido de hasta qué punto el cómic forma parte de la vida diaria de sus habitantes. Desde el Centre Belge de la Bande Dessinée hasta la decoración de fachadas con murales inspirados en personajes de cómic, Bruselas respira cómic por todas partes. Corrijo. Bruselas respira chocolate, gofres, buena cerveza, negocios a escala mundial, política…y cómic, entre otras cosas. Es más, si alguien quisiera conocer la ciudad sin perderse detalle pero de una manera diferente, se puede tomar la Ruta del cómic que propone un recorrido turístico por diversos lugares del centro de la ciudad, que presentan murales dedicados al cómic.
Es cierto que el caso de Bruselas es una excepción en su valoración del noveno arte pero ése es el camino. Eso sin duda. En las numerosas tiendas de cómic de la ciudad se puede ver gente de diversas edades y condición social buscando alguna obra. Entre ellos habrá verdaderos apasionados y lectores ocasionales, pero entre todos mantienen el mercado y le otorgan al cómic un estatus de producción cultural similar al de la literatura.