¿Y si nos aproximáramos a la historieta como un relato en imágenes y no como el sacrosanto arte secuencial con el que la definió el maestro Will Eisner? ¿Y si al hacerlo nos encontráramos con otras formas de relato en imágenes, como la propuesta de George Cruikshank en The living ballad of Lord Bateman (1839) o
Desde la publicación de los imprescindibles The History of the Comic Strip (1973) y The History of the Comic Strip. The Nineteenth Century (1990) por David Kunzle no había aparecido hasta la fecha ningún estudio (excepto Father of the Comic Strip: Rodolphe Töpffer (2007) y Rodolphe Töpffer. The Complete Comic Strips (2007) también a cargo de Kunzle) que buceará en profundidad por las aguas del siglo XVIII y XIX, donde se sitúan sin duda los orígenes de la historieta.
Smolderen, que reconoce el magistral trabajo de Kunzle, se apoya también para su estudio en recientes textos, como el publicado por la profesora de CUNY, Patricia Mainardi, “The Invention of Comics” (2007). La edición de Les Impressions Nouvelles es excelente. El libro es de tapa dura, formato grande (24 x
El estudio de Smolderen se orienta a un gran público, pese a la profundidad de análisis del mismo. No utiliza el formato de citas a lo largo del discurso, algo que por otro lado lastraría la lectura pero que hubiera sido de suma utilidad para el investigador que quisiera profundizar en el tema. Las referencias a estudios anteriores se recogen al final en un listado sucinto de libros y artículos para cada capítulo.
Smolderen comienza su investigación de la mano de William Hogarth, el creador según Smolderen de un lenguaje poligráfico de tono irónico y humorístico que recoge la tradición de los ciclos populares de
Si Hogarth es el primero en dotar a la imagen de una legibilidad para contar relatos, Töpffer se encargará de recoger esa tradición para experimentar al uso de lo que otros artistas hicieron en la época, una forma de relatar historias con imágenes en la que la acción progresiva que dice Smolderen, resulta fundamental. Es éste uno de los aspectos fundamentales de su aporte, que viene sustentado por una lectura detenida de los manuales de arte escritos por Töpffer, de los que se desprende una preocupación por la intención creadora (el genio individual romántico) y un alejamiento de la imitación clásica. Töpffer se enfrenta al empobrecimiento que conlleva la imitación y por ende el academicismo en el dibujo. Su posicionamiento es radical, pero más aún si se comprende que los avances tecnológicos que trae
Töpffer, por tanto, en su Histoire de Mr Vieux Bois (1827) o en Histoire de Mr Jabot (1833) desarrolla de manera irónica una crítica hacia la imitación que en materia de pintura llega a editar manuales de gestualidad para uso de actores en las representaciones teatrales. El melodrama, el exceso en la sistematicidad de la imitación para expresar sentimientos, es motivo de burla para el genio suizo que lo plasma en sus relatos en estampas en los que ridiculiza a sus personajes Mr Vieux y Mr Jabot. Töpffer, según Smolderen, es consciente de estar planteando algo nuevo, una forma radical y diferente de aproximarse al relato. Lo irónico resulta que tras su crítica a la industria en masa (100 años antes de los postulados de
Es de suma ayuda la contextualización y la comparación que hace Smolderen con otras obras y autores del momento. Los arabescos románticos practicados por Jean Paul, Montaigne, Rabelais o Sterne con su delirante Tristam Shandy, nos hablan de una hibridación lingüística en la que la imagen tiene cabida. Es por ello que la narración debe entenderse en sentido amplio y Smolderen se encarga de recalcar que lo que hace Töpffer es una versión, acaso más visual, de lo que están haciendo otros autores del momento.
El relato en imágenes que propne Töpffer se continúa con la edición de libritos de similar formato a cargo del librero parisino Aubert, para el que Gustave Doré crearía su primer roman en estampes a la edad de 15 años. Doré sigue los pasos de Sterne en su experimentación (literatura de viajes, el turismo exótico, la repetición mecánica) para crear la mencionada Travaux d¨Hercule (1847). Smolderen subraya que hay una segunda línea de trabajo del relato en imágenes, de la que George Cruikshank podría ser su mayor representante. Un tanto alejado de la secuencia utilizada por Töpffer, Cruikshank se acerca más a la narración al estilo de las aleluyas y aucas españolas de principios del XX. Por cierto, este tema, el de las aleluyas no recibe alguna atención por parte de Smolderen y nos parece que dentro de las múltiples maneras de narración en imágenes, ésta tendría cabida en el estudio.
Los siguientes capítulos se centran en el desarrollo de la prensa periódica y el acomodo de la historieta en las revistas ilustradas a partir de la obra de Töpffer, Mr. Cryptograme en L´Illustration en 1845. Destaca Smolderen que es el propio autor suizo el que ofrece sus creaciones a diversas publicaciones, un resultado imprevisto que de alguna manera traiciona el sentido crítico de la reproducción en masa que trataba de satirizar. A partir de aquí, diversas publicaciones señeras como Punch en Inglaterra, Fliegende Blätter en Alemania, Le Journal pour Rire en Francia o el Harper´s New Monthly en EE.UU. comienzan a dar cabida a la historieta. Cuando el cine hace su aparición han transcurrido 50 años de hábito visual, algo fundamental para la “lectura cinematográfica”. El capítulo 6 y 8 se dedican a dos personalidades como son los americanos A.B. Frost y Winsor McCay, con sus respectivas adaptaciones de los avances de la fotografía y de un barroco tardío pasado por Art Nouveau. El capítulo 7 que da buena cuenta de la evolución de la leyenda medieval hasta el globo en el siglo XX apareció en una primera versión en un fantástico artículo para la revista Comic Art que comentamos aquí.
En suma y sin querer cansar al que pacientemente haya leído toda esta parrafada, Thierry Smolderen aclara muchas cuestiones que necesitaban de explicación en ese período de la primera mitad del XIX, fundamental para entender el desarrollo de la historieta moderna. Su estudio, que llega hasta los inicios del siglo XX, creo que tiene la virtud de ser uno de los análisis más rigurosos y mejor argumentados que haya leído hasta el momento. Excelente lectura de un excelente investigador.