martes, 3 de febrero de 2009

Historietas Sevillanas de Andrés Martínez de León



Lo que ha hecho la editorial Viaje a Bizancio con la reedición del Álbum de Historietas Sevillanas (2008) de Andrés Martínez de León, es una temeridad. Y si no, a los hechos me remito.


Atreverse a reeditar una obra 80 años después con el chaparrón editorial que reciben los lectores cada mes en las librerías, es cuando menos valiente. Por eso empresas de este tipo (si no lo remedia un súbito cambio de gustos) están abocadas al fracaso comercial…pero también (y más importante) a la excelencia editorial. No sé cuántas copias se venderán de Historietas Sevillanas pero el que decida arriesgarse con Martínez de León se llevará a casa un trocito de historia, un mucho de folklore y otro tanto de dialectalismo en estado puro. Una joya.

Uno tiene dificultades a la hora de definir las historietas que componen el libro. En primer lugar, ¿son verdaderamente historietas? Una justa respuesta sería “¿y qué importa?” El humor que despliega Martínez de León es ese humor de calle, que todo el mundo reconoce como propio, ya sea de Coria del Río, de Vigo o Albacete. Es un humor fresco y ágil que te arranca sonrisas y también carcajadas. En su mayoría, este humor reside en el componente lingüístico que, en el caso de Martínez de León, es parte esencial de su obra. Y aquí es cuando uno tiene dudas a la hora de hablar de “historietas”. Cada episodio funciona perfectamente sin la imagen pero no ocurre igual al revés. Hay ejemplos en los que la imagen carga con todo el peso (narrativo y humorístico), como en la historieta “El capitalista”, en la que un muchacho se lanza al ruedo para darle unos pases al toro hasta que un guardia civil lo detiene. La leyenda que figura en la parte central de la historieta “No siempre se premia la heroicidad, justamente” bien podría haberse omitido. La historieta, con una selección de viñetas (siempre sin marcos) funcionaría perfectamente gracias al carácter diegético que imprime el autor al conseguir una secuencia en los hechos. Pero no siempre se consigue esto último. Y ahí de nuevo la duda ¿son historietas?


En cualquier caso, se agradece (mucho) poder leer obras como ésta, originalmente publicada en 1926, aunque sólo sea por recuperar una parte de nuestra historia cultural que todavía necesita de muchos mimos. Y si existen dudas sobre la categorización de la obra en historieta o no, tanto mejor. Salgamos de las categorías y disfrutemos de la obra de arte que es en definitiva lo que importa.


En resumidas cuentas, una obra más que recomendable, especialmente para aquellos que gustan de la arqueología cultural, pero no de aquella que ha quedado momificada sino de la que se muestra fresca y lozana 80 años después, porque ésa es la impresión que uno recibe al leer Historietas Sevillanas, que el tiempo no es nada porque la lectura se muestra actual y cercana al lector del 2009.


Quizá una parte esencial de esta contemporaneidad de la obra sea su dialectalismo, su apuesta por la oralidad del lenguaje, una constante en la obra de Martínez de León. Contrariamente a lo que uno podría pensar (porque la lengua está siempre en constante cambio) es precisamente el uso de coloquialismos, fraseología, dialectalismo en definitiva, el que aporta ese sustrato de juventud al conjunto. Lo hemos disfrutado con Carlos Giménez en obras espectaculares como Barrio o Paracuellos en las que el autor se transportaba a su niñez para retratar el habla de la calle. Y lo vemos ahora cuando los autores de Brancaccio (Norma 2009), Giovanni di Gregorio y Claudio Stassi, subrayan la importancia de ese código lingüístico que conocen a la perfección y que dota a la obra de autenticidad.


Mis felicitaciones y mi profundo agradecimiento a Viaje a Bizancio por su arrojo al lanzarse a reeditar esta obra. Tan sólo cabría esperar que las instituciones públicas arrimaran el hombro comprando copias para (al menos) las bibliotecas públicas.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Coincido completamente con tu comentario, una temeridad publicarlo y una verdadera gozada leerlo. Humor del bueno, plenamente vigente, que no solo te arranca la sonrisa, sino que en ocasiones consigue la carcajada. Mención aparte merece el dibujo, ágil y expresivo, con un dominio del movimiento que ya quisieran muchos.
Miguel

Jorge dijo...

Hola Miguel,

Estoy de acuerdo, te arranca carcajadas el bueno de Martínez de León. Qué humor tan fresco, no parece que hayan pasado los años para esta obra y casi un siglo la contempla!

Un saludo,

Lajarín dijo...

¿el precio no es algo elevado? una sola tinta y suicidio editorial (por lo poco comercial de la obra)
Lo buscaré, gracias por la información :)

Jorge dijo...

Lajarín, últimamente todos los tebeos me parecen caros, pero es una impresión personal. A mí me ha encantado porque es un rescate de una parte de nuestra cultura que estaba olvidada, siendo Martínez de León un autor tan importante durante tantos años. Sólo por eso vale la pena. Está bien editado, tapa dura, formato largo apaisado, pero sí, una tinta.

Unn saludo!