martes, 27 de mayo de 2008

El reductor de velocidad (Christophe Blain)


El reductor de velocidad (Christophe Blain). Norma, 2008. Cartoné. 80 págs. Color. 19€

Motivado en parte por la lectura de algunas reseñas como la de Álvaro en La cárcel de papel, la de Pablo en El lector impaciente o la del tío berni en Entrecomics, me lancé a la lectura de El reductor de velocidad o en su traducción inglesa de 2003 The Speed Abater. La obra de Blain originalmente apareció en 1999 y consiguió en el 2000 el premio Alph-Art Coup de Coeur en Angouleme. Es una de las primeras obras de este autor, que pertenece junto a Joan Sfar, David B. o Frederik Peeters a esa nueva escuela francesa como ya se les llama. Christophe Blain ha sido encumbrado con el premio de Angouleme y está, junto a los anteriormente mencionados, considerado como uno de los referentes actuales de la BD francesa.

Ahora bien, ¿qué nos ofrece The Speed Abater? En primer lugar, una historia bien narrada, con un buen dominio de la tensión y la distensión (hasta la parte final, donde a mi modo de ver hay una ruptura, buscada, pero que deja la obra un tanto coja), con una sobresaliente capacidad para recrear un espacio asfixiante, agónico, que el propio autor conoce bien de sus propias experiencias vitales, ya que en su juventud formó parte de la tripulación de un navío. Es una historia que parte de una premisa clásica, los ideales utópicos de un joven, Georges Guilbert, apasionado por el mar (estudia Oceanografía antes de enrolarse), que se embarca en un navío de guerra buscando colmar sus ansias de aventura y conocimiento. Como es fácil suponer esas ilusiones se trocarán en angustia, enfermedad, desilusión y tragedia. La trama tiene un personaje esencial que llena toda la historia y consigue generar esa sensación de opresión. Se trata del Bellicose, una suerte de monstruo antediluviano, un navío de guerra de otra época, una reliquia del mar que pese a sus problemas técnicos sigue siendo un arma temible de la armada francesa. Un personaje más de la historieta, sino el personaje principal. El Bellicose chirría, se retuerce, se duele en una lenta agonía que lo debe llevar irremediablemente a dique seco. En ese contexto, Guilbert conoce a otros dos marineros con los que tratará de aprender sobre la vida en el barco y al mismo hacer más llevadera una estancia que dista de lo que un primer momento había fantaseado.

Para desarrollar la trama, dos elementos sirven de catalizadores: la inquietante presencia de un submarino al que deben dar caza y un accidente que marcará la segunda parte de la historia. Sin querer destripar la trama del tebeo, la parte final de la historia es un tanto abrupta y personalmente me chirría en relación al cuidado dominio narrativo que hasta ese momento hace el autor. Por eso creo que el cómic se queda en algo menos de lo que se espera. Es entretenido, bien llevado, angustioso (y eso es un halago teniendo en cuenta la historia) pero se queda a medio camino de “algo” que podría haber sido desarrollado de otra manera y haber conseguido un resultado más redondo.

Respecto la parte gráfica, adecuada, correcta, sin virtuosismos. Pese a hacer uso de un dibujo ágil y sencillo consigue una gran expresividad en los personajes, diferenciándolos claramente. No es sin embargo el punto fuerte del cómic, que sería su narratividad, algo que por lo demás me parece esencial en el cómic.

En definitiva, una obra de biblioteca (si existe la posibilidad) más que de librería, ya que los 19 euros de la traducción española (12$ en Amazon, que alguien me explique por qué los cómics son tan caros en España) bien podrían gastarse con mayor éxito en otras obras del panorama tebeístico actual.

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