lunes, 15 de octubre de 2007

Umberto Eco, pionero en el estudio de la historieta


La figura de Umberto Eco se ha convertido con los años en uno de los académicos más influyentes del ámbito universitario, especialmente en los estudios relacionados con la semiótica y la interacción de los medios de comunicación con el receptor de sus mensajes. Sin embargo, gran parte de su popularidad le llegó de manera casi casual, a raíz de la problemática suscitada con su obra Apocalípticos e integrados (1964). Posteriormente llegarían los bestsellers El nombre de la rosa (1980) y El péndulo de Foucault (1988).

Eco estuvo desde los inicios de su carrera académica muy interesado por el mundo de la televisión, llegando a participar en varios programas culturales durante los años 50. Asimismo, la música popular, las novelas detectivescas, el cine y los cómics, eran algunas de las manifestaciones culturales que le interesaban particularmente, todas ellas pertenecientes a lo que se ha venido a llamar la “cultura popular” o “cultura masiva”.

Precisamente, la elección de materiales provenientes de la cultura masiva como susceptibles de estudio académico, fue el aspecto que encendió las iras de los cenáculos universitarios más reaccionarios, tras la publicación de la obra de Eco. Apocalípticos e integrados es una colección de artículos que Eco publicó a finales de los años 50 y principios de los 60 en periódicos, además de alguna ponencia como la que presentó en Roma para el symposium sobre desmitificación e imagen que tuvo lugar en el "Instituto de Estudios Filosóficos" en 1962. Para este congreso, Eco pensó en el mito de Superman, como un mito propio de la época. Llevó decenas de ejemplares de los cómics de Superman (de su colección personal) y los puso encima de la mesa. Al poco tiempo habían desaparecido todos. Esta experiencia le confirmó al autor que, pese a las reticencias de la academia más conservadora, había un palpable interés en el cómic, como producto cultural popular, y como material para el análisis académico.

Los primeros análisis de comunicación masiva empezaron a tratarse desde las universidades italianas en 1963 y 1964. Eco, trabajó para abrir un seminario en Turín sobre “estética masiva y comunicación” en el que analizó aspectos que luego recogió en Apocalípticos. La edición del libro corrió a cargo de la editorial que dirigía Bompiani, una figura clave de la industria editorial italiana durante el siglo XX. La razón de su publicación devino tras la aparición de una plaza universitaria con el título “Pedagogía y Psicología de la Comunicación Masiva”. El puesto quedó vacante por mucho tiempo, dado que no había nadie que cumpliera con los peculiares requisitos de la plaza, como relata Eco. Sin embargo, Eco decidió presentarse y recogió los artículos que había ido publicando sobre la cultura masiva y se los presentó a Bompiani para que considerara su publicación. Bompiani aceptó, aunque rechazó varios de los títulos que el autor le proponía para el libro. Finalmente, con mucho olfato editorial, decidió titular el libro como uno de los artículos que traía Eco: “Apocalípticos e integrados”.

La recepción de la obra en 1964, tal y como menciona Robert Lumley, editor del libro Apocalypse Postponed (1994), que recoge varios artículos de y sobre Umberto Eco, generó un intenso debate mediático entre los que acogieron de buen grado la postura de Eco y los que la rechazaron por equiparar la cultura popular a la alta cultura. En general, Apocalípticos cogió por sorpresa a una parte de los intelectuales, los menos informados. Algunas de las reacciones poco favorables, surgieron de la crítica marxista (Mario Spinella en Rinascita, 3 oct. 1964), que criticó la escasa atención por parte del autor a los factores socio-económicos que estaban detrás de la cultura de masas de la que hablaba Eco. Spinella vinculó la cultura aristocrática con el pensamiento de Gramsci, orientando su argumentación hacia caminos diferentes de los propuestos por Eco. Aunque sí reconoció que el libro era el mejor hasta la fecha sobre el tema. Otros teóricos confesaron en sus críticas haber leído Flash Gordon pero que era uno de esos pecados veniales que no necesita ser mencionado.

Entre la crítica favorable, destaca la de Oreste del Buono en La Settimana, 30 ago. 1964, quien luego se convertiría en editor en jefe de la revista sobre la historieta, Linus, una de las más prestigiosas a nivel internacional por empezar a tratar el cómic desde otros parámetros que consideraban la historieta como medio artístico equiparable a otras producciones culturales.
La reacción del autor, que se resume en el capítulo “Reactions of the Autor: Now (1974 and 1977)” del mismo libro Apocalypse Postponed, destaca que los temas de los que habla Eco en Apocalípticos, las costumbres, la cultura popular, las novelas de detectives, los cómics, eran temas que interesaban al autor y de los que había escrito en prensa. Pero sin duda, el libro que abrió la discusión sobre la cultura masiva en Italia fue L’eclissi dell’intellettuale de Ellémire Zola. Un libro que el autor confiesa que rechazó de plano, y sobre el que argumentó una posición radicalmente distinta. Los dos polos opuestos de los que hablaba Eco podían ejemplificarse en las figuras de Herbert Marcuse, “apocalíptico” de la Escuela de Frankfurt y Marshall McLuhan, “integrado” que publicó en 1964 su influyente Understanding Media.

Resulta curioso cómo un tema, como el de la historieta, que no ocupa siquiera la tercera parte del libro de Eco, adquirió una preponderancia desorbitada, como ejemplo de lo que estaba proponiendo: llevar los cómics a la Universidad. Sin embargo, más allá de un artículo sobre Peanuts de Schulz (que fue la introducción a la primera edición traducida de estas populares historietas en Italia), un análisis semiótico de una página de Steve Canyon, de Milton Caniff y el ensayo sobre el mito de Superman, poco más hay sobre los cómics en el libro. Pero fue suficiente para levantar alegatos a favor y en contra de lo que significaba analizar los cómics desde el ámbito universitario. Por eso, se concluir que el estudio de la historieta desde parámetros académicos, nace con Apocalípticos e integrados.

4 comentarios:

Ismael dijo...

Pues no sabia que fuera el iniciador del estudio académico de la historieta, siempre quise imaginar que habria sido un olvidado folklorista. ¡Nunca he visto una edición con dibujete en la portada!
Solo espero que nadie intente utilizarlo como centro de los estudios académicos, y ojala que sepan estudiar los tebeos como el codificado continuo de Eco en el que el investigador también inventa. (Yo creo que el estudioso de no recrear puede caer en la esterilidad de la repetición del coleccionable de la enciclopedia espasa.)

Jorge dijo...

Discutiones presudo-sesudas aparte, se asume que fue Eco el que llamó la atención sobre el cómic como producto de la cultura de masas y lo llevo al ámbito de la universidad para su estudio. Y parece que la que se montó fue de órdago!!
Sí, el problema del investigador es que se repita y se repita como la espasa que dices. Bueno, de todo habrá no?

Jorge dijo...

Vaya, tengo el dedillo rápido hoy, quería decir "discusiones pseudo-sesudas..."

Ismael dijo...

Pues 'presudo-sesudas' es una gran construcción. ¡Vivan los fenómenos aglutinantes!