Los dibujos animados de Winsor McCay son una verdadera joya. He vuelto a ver algunos de los cortometrajes en youtube y parece mentira lo bien que han envejecido. El humor es de una frescura impresionante. Y la calidad técnica...la verdad es que cuesta trabajo creer que pudiera conseguir un acabado tan meticuloso cuando el cine apenas empezaba a gatear. Imagínense lo que pensó la audiencia al ver el fantástico Little Nemo (1911) que no se acabaron de creer que esos personajillos dieran todas esas cabriolas. El señor McCay tuvo que convencer a los escépticos con Gertie (1914) en el que un dinosaurio haría todo lo que le mandara McCay. O casi todo porque era un poco traviesa. Si ahora no le creían, bueno, entonces ya no había nada que hacer.
miércoles, 10 de septiembre de 2008
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4 comentarios:
Un monumento a McCay. Ya.
No sólo por hacer madurar el lenguaje del cómic con las planchas dominicales de Little Nemo, sino por apuntar con imaginación las posibilidades expresivas del dibujo animado. Qué delicia la escena en que los cuerpos de Nemo y compañía se moldean tal que si estuviesen mirándose en espejos deformados. Y qué simpatía y naturalidad desprende el brontosaurio.
Tienes razón: son obras aún modernas. Es lo que tienen los clásicos. Nunca pasan de moda.
Exacto, marvin, estas obras que ya son centenarias, gozan de una juventud que las quisiera para sí otras muchas.
Precisamente ayer Art Spiegelman hablaba de la influencia que tuvo en él el descubrir a Little Nemo. Perdona que no sea más concreto, pero el cabreo, que aún me dura, con el señor Spiegelman y con la organización del evento me hicieron no prestar demasiada atención a los pormenores de su charla. Aunque fue interesante a grandes rasgos...
Oye, oye albertooo, tienes que explicar eso en detalle. Estuviste en unas jornadas sobre cómic norteamericano o algo así?
Me pasaré por su blog para informarme...
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