


(Vía Guía del Cómic)
López Rubio se refería a Edgar Neville (1899-1967), Antonio de Lara “Tono” (1900-1977), Enrique Jardiel Poncela (1901-1952), Miguel Mihura (1903-1977) y él mismo (1903-1996). Cinco personalidades del humor que abarcaron múltiples disciplinas, entre las que también figuró el humor gráfico y la historieta. Para López Rubio, los mencionados son, citando a Pedro Laín Entralgo, “los ‘renovadores’ –los creadores más bien –del humor contemporáneo”. Y sin duda fueron claves en esa nueva concepción del humor, que entroncaba con las vanguardias y la presencia infatigable de Ramón Gómez de la Serna, el verdadero introductor de los movimientos artísticos de vanguardia en España.
La nómina de artistas no puede (ni debe) reducirse a esos cinco nombres. La obra Los humoristas del 27 se encarga de expandir ese privilegio a otras figuras capitales como Antoniorrobles, Bon o K-Hito. Pero también se queda corta esta lista o de lo contrario, cómo dejar fuera a Bagaría, por ejemplo. A través de una cuidada selección de textos teóricos, cinco ensayos deliciosos entre los que destaca el magistral “El humor en España: del Romanticismo a la Vanguardia” del profesor José Carlos Mainer, nos adentramos en el territorio del humor y entendemos la extraordinaria importancia que el humor tuvo en la concepción y el desarrollo de los movimientos de vanguardia. No en vano el filósofo más importante del momento, acaso el mayor filósofo que ha dado España, don José Ortega y Gasset ya lo anunciaba en su influyente La deshumanización del arte e ideas sobre la novela (1925): “Pero el artista de ahora nos invita a que contemplemos un arte que es una broma, que es, esencialmente, la burla de sí mismo. Porque en esto radica la comicidad de esta inspiración. En vez de reírse de alguien o algo determinado –sin víctima no hay comedia -, el arte nuevo ridiculiza el arte”. No hay que olvidar tampoco las aportaciones de Sigmund Freud, Henri Bergson o Luigi Pirandello, que también teorizaron sobre el chiste, la risa o el humor respectivamente.
El libro en cuestión viene adornada con preciosas reproducciones de míticas revistas de los años 20 y 30, Gutiérrez, Buen humor, El perro, el ratón y el gato, Macaco o La ametralladora, que en plena Guerra Civil Española y dirigida por Miguel Mihura, elaboraría un humor, en la medida de lo posible, alejado de furibundos belicismos. Una mirada humorística a la condición humana que se prolongó en la famosísima publicación La Codorniz (1941), que supo llenar un espacio que había quedado baldío tras la contienda. Un humor que trascendió ideologías y que precisamente por ello estableció una comunicación con un público lector escarmentado mayoritariamente de guerras y luchas sin sentido. La obra se acompaña de breves semblanzas biográficas de los artistas y ejemplos aparecidos en las citadas revistas. Finalmente, una selección de textos a cada cual más hilarante como el firmado por Menda y Jardiel Poncela “Un juicio gutierresco”, publicado en Gutiérrez en 1928, sobre un juicio ficticio a José Martínez Ruiz (Azorín) y Pedro Muñoz Seca, por su atrevimiento y alevosía, con el agravante de nocturnidad, al representar una obra teatral frente al desvalido público que dormitaba en una sala, de extraño parecido al de un patio de butacas, o sea, un teatro.