A finales de febrero de 2007 tuvo lugar el
III Foro de profesores de E/LE (Español como Lengua Extranjera) en la
Universitat de Valencia. Asistí al congreso y participé con la comunicación
“El cómic en la enseñanza de E/LE”. Me planteé si la historieta como herramienta dentro del aula de E/LE tendría aceptación para un público mayoritariamente formado por docentes de educación no reglada (esto es, academias de idiomas privadas). Tuve que presentar mi experiencia práctica a las 09:00h del sábado 25 de febrero y no confiaba que hubiera más de 10 personas. Sin embargo me llevé la grata sorpresa de encontrar la sala casi llena, unas 40 personas. Imagino que el tema de la comunicación atrajo más público del habitual, hecho que demuestra un interés, a priori, por lo que la historieta pudiera aportar en la docencia del español como lengua extranjera. Entre los asistentes me encontré personas que desconocían el mundo del tebeo, otras que eran aficionadas y algunas que demostraban un conocimiento más profundo del medio a raíz de sus preguntas y el seguimiento que hicieron de mi exposición.
No fue una comunicación exhaustiva (dado el corto espacio de tiempo del que disponíamos los comunicantes), ni excesivamente centrada en aspectos técnicos o formales del cómic, ya que no era ése tanto mi propósito como resaltar las múltiples posibilidades que la historieta puede aportar para docentes de español como lengua extranjera. Por lo tanto, me limité a poner sobre la mesa algunas propuestas centradas en el valor de la historieta como medio de comunicación y como producto cultural, reflejo de una sociedad determinada.
En cuanto al primer punto, destaqué la utilidad que, para el docente limitado a clases de 60 o 90 minutos, significaba el uso de las tiras cómicas que aparecen diariamente en los periódicos, como pulsómetro de la sociedad, reflejo y comentario de aquellas noticias que alcanzan una mayor relevancia mediática. El repaso diario, al principio de la clase, de las viñetas de
Ricardo en
El Mundo,
Puebla en
ABC o
Romeu en
El País (por citar algunos), nos pone al día de la actualidad y ayuda al estudiante extranjero a familiarizarse con aquellos temas que “están en boca de todos” y por tanto favorece la integración de éste en la sociedad, minimizando los efectos del choque cultural.
Respecto al segundo punto, la historieta como producto cultural que emana de una sociedad determinada, comenté algunos ejemplos de utilidad práctica dentro del aula. Desde mi punto de vista, la enseñanza del español (o de cualquier otra lengua) resulta una tarea más asequible, productiva y enriquecedora si se realiza teniendo en cuenta el ámbito de uso de esa lengua. La lengua como concepto abstracto se materializa en el habla que es la manifestación física, real y cotidiana de la lengua, como ya dijera
Saussure. Además, el estudio de una lengua determinada debe tener en cuenta tanto cuestiones puramente lingüísticas (como la fonología-fonética, morfología, semántica y sintaxis), como pragmáticas o sociolingüísticas por ejemplo.
Pero ¿y los aspectos culturales? ¿Qué importancia tiene la cultura en el aprendizaje de una lengua? Y por lo tanto ¿qué relevancia le otorgamos a la literatura, el teatro, el cine, la pintura, la música o la historieta? Es evidente la relación tan estrecha que encontramos entre lengua y literatura. De hecho, la lectura es parte esencial del aprendizaje y perfeccionamiento de un idioma. Del mismo modo, el teatro es un espectáculo cultural, un “
constructo cultural” relacionado íntimamente con una comunidad y consecuentemente con su lengua, ya que si algo define específicamente a una comunidad es su lengua de uso. Y algo similar podríamos decir respecto al cine, la música o la pintura. Pero ¿qué ocurre con la historieta?
La historieta es un medio de comunicación, un producto cultural que puede funcionar como herramienta para el docente dentro del aula. La conjunción de imagen y texto interrelacionados favorecen la comprensión de un mensaje dado. Pero además, la historieta es una herramienta utilísima para introducir la historia y la cultura (en sus diversas manifestaciones) de una comunidad, de un país. No hay que olvidar que la motivación es un factor esencial en la enseñanza de lenguas y el conocimiento de la historia y la cultura de una nación puede (y debe, aquí la labor del docente es fundamental) motivar al estudiante par conocer y aprender el idioma.
Pongamos por caso la historia de España, en concreto el Franquismo. Hay diversas formas de abordar el tema: textos teóricos, artículos periodísticos, películas relacionadas, literatura, música, pintura…y la historieta. La serie
Barrio de
Carlos Giménez, es un material valiosísimo para acercar al estudiante extranjero a ese periodo de la historia española. En especial, las páginas que a modo de “frescos costumbristas” y con el título de “Madrid. Años 50” dan una idea de la vida de barrio en el Madrid de la posguerra. La aclamada serie
Paracuellos ofrece una visión autobiográfica de los hogares de Auxilio Social y puede servir para introducir cuál era la educación recibida por los niños durante la posguerra. Por otro lado, en la entrada de ayer, comentaba el fantástico libro
Veinte años de cómic, del cual incluí algunas páginas como la versión que hizo Carlos Giménez de la parte de la delación y posterior asesinato de Paco, en
Réquiem por un campesino español. Es otro ejemplo fantástico por su condensación temática (apenas 2 páginas) pero que abre múltiples posibilidades de debate en el aula: el papel de la Iglesia en la Guerra Civil Española, los asesinatos sumarios en la retaguardia de ambos bandos, la sinrazón del odio entre hermanos, etc.
Del mismo modo, podemos relacionar la historia y la cultura de otros países de habla española a través de la historieta. En el caso de Cuba, nos enfrentamos a la dificultad de conseguir historietas. Sin embargo, si tenemos acceso a éstas (y desde esta bitácora intentaremos poner al alcance de todos algunos de esos materiales) las caricaturas de
Eduardo Abela (“el Bobo”), de
Ricardo de la Torriente (“Liborio”) o de
René de la Nuez (“el Loquito”) en la prensa cubana, fueron reflejo de la sociedad cubana desde principios del s. XX hasta el triunfo de la Revolución.
En el caso de México, los cómics de
Rius aportan una visión ácida y profundamente irónica de la sociedad y la política mexicana. Diferente del humanismo y la ingenuidad de Mafalda, personaje cumbre de la producción del argentino
Quino. Y acercándonos más al periodo presente, la temática femenina y en algunos casos feminista de
Maitena o
Nani Mosquera nos habla de las relaciones de pareja y la diferencia de roles en Latinoamérica (Argentina y Colombia respectivamente).
Éstas fueron,
grosso modo, algunas de las propuestas que elaboré en mi comunicación. Teniendo en cuenta lo expuesto, ¿tiene cabida la historieta en la enseñanza de E/LE?